Hablando de guerra

Con la muerte no solo muere el hombre.
Cuando la noche acecha y su costado sangra,
no solo muere el cuerpo, también el alma
del hombre que sostiene el arma.
Cuando es morir o sobrevivir
ambos cuerpos se desangran. 
Y muere el hambre, y muere el ruido,
y mueren las ganas con el último suspiro
del afortunado que perdió la vida
y olvidó el tormento.

El paso del tiempo no borra
una memoria malherida, corrompida
por el dolor de robarle,
a una madre,
su vida.

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