¿Para qué volver?
El tiempo se para, separa y nos vamos, cada uno por su lado, como si de repente desconociéramos todos esos besos en la frente, y solo quedara hastío. Y es que el frío envuelve la piel a la que antes susurrabas, y jurabas que nunca te irías. ¡Qué triste la lejanía! Esperando el regreso del eco, estudiando el vacío que dejas... No quiero que vuelvas. No quiero volver a quitarme la máscara que me cubre, que ya son vidrios rotos el corazón donde vivías, ya no es casa de nadie. El polvo habita en cada vértice y las astillas perforan la herida que tu bala de despedida causó.