Poemas - Britany Real

Los monstruos que se escondían debajo de nuestra cama cuando éramos niños, siguen ahí. Los llaman "Recuerdos", y se aprovechan de que todos, por la noche, estamos un poco más rotos, un poco más tristes.  Los invitamos a pasar a nuestra cabeza y es un grito ahogado constante de lo que deberías haber cambiado y no has evitado. Es el impulso latente de lo que quieres y no puedes, de lo que no mantienes y pierdes, de quien está lejos, de quien no está.  Y te duermes agarrando fuerte todos los problemas que te vienen de frente, esperando que la luz barra tu mente, con ganas del día siguiente... Esperando a que los monstruos se disipen                                 y tomen forma de personas. 

Estoy cansada de sentimientos de mentira, de miradas vacías y de noches mas frías que la (l)una.  Me encantaría decirte que la vida no es esto, que la vida es café caliente y sentirte diferente, y sentir que puedes con todo... limpiarte el polvo y abrir las alas, porque no hay mayor esclavitud que caminar con la cabeza agachada.  Quizá el tiempo tampoco ayude, porque huye de la esfera que lo encierra y se frena de golpe cuando choca con tu sombra. Eso es, tu sombra, y eso no es vida.  Trata ya de huir de ese callejón sin salida, que son cien mil maravillas las que están ahí arriba, esperando a que levantes la cabeza y te despegues de tu sombra.

Ahí estaba... con la camisa medio desabrochada y el amor deseando salir de expedición por su pecho.  De hecho, se veía reflejada en cada boca rota, en cada sonrisa torcida, en todos los sentimientos a medias. Era la típica loca, tan de remate que era única, la única rosa despeinada.  Se moría de ganas de entregarlo todo, de empezar "la casa por el tejado" y tirarla por la ventana.

Conozco tu límite,  tu afición por llamar la atención  y la mucha atención que prestas a lo que te interesa. Deja que el orgullo te lama las heridas cuando llores,  que nadie te traiga flores cuando la guerra reine en tu cabeza.  Ojalá el recuerdo te escueza.

Tengo vértigo.  Me impide respirar cuando estás aquí y no me deja vivir cuando te vas... Supongo que es el oxímoron del olvidado recuerdo. Aprendemos a vivir con lo que no superamos agarrado al pecho, habita en el lecho del ventrículo derecho y es agonía superflua. Se disipará, pero habrá que disparar balas y ganas para curar el vacío que deja. Ahora con qué lo vas a completar si ya se convirtió en rutina eso de llevarnos mal.  Que más puedo decir... incluso cuando algo va bien el corazón sigue vacío, amontonada la escoria y los restos no hay progreso, sigue en retroceso eso de volver a querer.