No solo hoy
Ella era una rosa. No era de piedra, no era pecado, era
inocente...
aún no había caído en sus manos.
Extrañaba errores pasados, luchaba contra fantasmas de
rumores y aprovechaba los días de lluvia para bailar sola. Se imaginaba
historia de amor con cualquier desconocido, una utopía incesante de amor como
política de vida.
Pero llegó lo gris.
En su cabeza, Cúpido les había dibujado un camino de flores,
y sus sueños los había convertido en su única realidad.
Le había vendado los
ojos, y poco a poco le iba a ir cosiendo la boca y atando las manos.
Ya no era ella, ahora estaba con él.
Él, que disparaba contra su progreso, contra todo lo que la
hiciera avanzar, alzar el vuelo.
Ella tachaba los días del calendario con
verde, esperando que el siguiente fuese diferente y saltara una chispa en todo
lo negro. El mundo que antes le sonreía ahora le daba la espalda, pero ya le habían
avisado:
“No me parece bueno para ti”
“Tía, no te merece”…
Pero se tapó los oídos, y cuanto más intentaban protegerla
más se alejaba, creyendo que los demás querían joderle el cuento.
“No vuelvas a mirar a esas guarras que lo que quieren es
separarnos”
“¿Prefieres a tus amigas antes que a mí? Pues sal con ellas”
“¿Para ellas sí que tienes tiempo, no?”
La soledad se iba ciñendo a su cintura.
Poco a poco dejó que lo gris se la tragara, que la hiciera
trizas, y se abandonó al naufragio. ¿Para qué iba a ponerse un vestido bonito y
unos tacones? Si esos zapatos que un día le hicieron subirse a la cima,
sentirse el centro de todas las miradas, levantarle el ego, ahora la distanciaban
de lo único que le quedaba.
“Para qué te pones esa falda, que parece que vas provocando”
“Si te vuelves a poner tacones no vuelvo a quedar contigo”
“Odio como vas maquillada, pareces una cualquiera”
“A mí es que me gustas al natural, maquillada parece que vas
buscando guerra”
“Es que solo te pones leggins para joderme, para que todos
los demás vean lo que es mío”
“Con esos pantalones tan cortos parece que vas desnuda”
“¿Por qué cojones llevas tanga?”
“¿No te da vergüenza subir esas fotos a Instagram?”
“¿Qué haces bebiendo alcohol?, te me has caído, me das asco.”
Le quitaba los tacones y le ponía las botas de plomo más
pesadas que la hundieran en un pozo, cada vez más hondo, ahora que ya nadie
podía escucharla, ahora que ya solo estaba a su merced, que nadie podía lanzarle
una cuerda o tenderle una mano.
Ella se dedicó
exclusivamente a quererle, a hacerle feliz o por lo menos a no enfadarle,
mientras él le dedicaba el silencio, las miradas de desprecio, y apretaba los
puños, quizá conteniendo un golpe, presionaba las mandíbulas, se le tensaba el cuello…
Revolución
Se cargó de fuerza, se cargó de razón. Destruyó todos sus
miedos. Quería recuperarse, había pasado demasiado tiempo sin sentirse fuerte.
Dejaron de verse, dejaron de hablarse. Él insistía, ella
tenía que ser fuerte.
Amenazas
“Mi vida ya no tiene sentido, si me dejas, me suicido”
Ella desapareció. Prefiriendo un adiós y el olvido, que
tener que dar explicaciones. Y escaló el pozo sola, y escapó de lo gris.
Y
ahora dicen que no hay quién la hunda, que las rosas de piedra siguen siendo
bellas.
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